Hoy quiero compartir con vosotros otro de los artículos que Willie, nuestro amigo científico, me ha enviado al mail.
Como en todos los artículos de Willie es inevitable hacer una reflexión sobre si de verdad, cuando creemos llevar la dieta más saludable del mundo, realmente comemos tan sano como pensamos.
Espero que disfrutéis del artículo tanto como lo he hecho yo 🙂
Pruebas, pruebas, pruebas…
Cuando mi amiga Magdalena llevaba un mes comiendo según le había aconsejado nuestro primo evolutivo el orangután, se encontró con dos amigas que hacía tiempo no veía.
A las dos se las veía bien, en forma. Le explicaron que hacían dieta, cada una de un estilo. Magdalena les habló de lo que le pasó con el orangután y de lo bien que se sentía ahora psíquica y físicamente. Como es lógico en estos casos, las tres amigas empezaron a discutir acerca de las bondades de sus respectivas opciones alimentarias.
Una de ellas, consumía una dieta recomendada por la AHA, la sociedad americana para el corazón, que se suponía prevenía todo tipo de enfermedad cardiovascular. Era la típica dieta cardiosaludable que el médico puede mandar a cualquiera, con la salvedad de que, en este caso, incluso era totalmente libre de colesterol.
La segunda, hacía propaganda sin cesar de su maravillosa dieta mediterránea, con abundancia de cereales integrales, legumbres, aceite de oliva virgen y algo de queso o yogur desnatado. Ambas, aun no llevando la misma dieta entre sí, no hacían más que reírse de la opción que defendía Magdalena, así que para solucionarlo, ésta les propuso ir a hacerse unas analíticas al laboratorio.
Antes de exponer los resultados oficiales, vamos a reseñar brevemente su alimentación, para no llevarnos a engaño pensando que el contraste resulta de comparar dietas de costillas de cerdo con patatas fritas frente a otra con zumos y lechuga.
María, la primera amiga, desayunaba un vaso de zumo de naranja, y un bol de muesli hecho con copos de trigo, semillas de girasol, rodajas de plátano, yogur descremado y una cucharada de mermelada de fruta para endulzar. De almuerzo, la señorita se tomaba un bocadillo de queso desnatado con pan de trigo, un yogur de frutas y una manzana enorme con su piel. La cena consistía en una tortilla (SIN las yemas) con queso descremado, hecha en aceite de oliva, y acompañada de puré de patatas, arroz, brécol y una pera pequeña. Llamaremos a ésta, la dieta AHA.
Elena, la segunda amiga, era una entusiasta de la cocina mediterránea, siendo su dieta la siguiente: Su desayuno consistía en copos de avena con dátiles, higos secos, pasas y plátano en yogur desnatado. Su comida consistía en un plato de legumbres o arroz integral con verduras, olivas y mozarella con una fruta de postre. Cenaba una ensalada de tomate y requesón desnatado aliñado con hierbas y acompañado de pan integral, y un par de piezas de fruta. Ésta será la dieta MEDITERRÁNEA.
Magdalena seguía la dieta evolutiva propia de un primate, basada en verdura, fruta y nueces variadas, con algo de proteína animal ocasional en forma de pescado (sashimi) o algún huevo crudo.
La comparativa de nutrientes que aportaría cada aproximación dietética sería:
comparativa nutrientes
Los resultados de las analíticas fueron los siguientes:
resultados de las analiticas 1
resultados de las analiticas 2
Relación entre las distintas fracciones de lipoproteínas asociadas al transporte de colesterol:
transporte colesterol
Por cierto, una vez que compararon resultados, no se oían ya las risas acerca de la dieta de mi amiga…
Artículo de Willie.
¿Alguien se apunta a la dieta del Orangután?
[…] las frutas y verduras se tienen que convertir en tus grandes amigas. Te recomiendo que te leas la Dieta del Orangután y Un Orangután en el […]